El salmo del rey

El salmo del rey
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Magestad...mí señor,
Miradme un momento,
Muestro a vos mí espada a sus pies,
Y mis dedos rotos por empuñarla.
Han sido tiempos difíciles,
De hambruna y peste.
Muchas doncellas lloran magestad...

Dios nos acaricia con cada amanecer,
Sabe que el justo sufre,
Y que el cobarde ríe.
Magestad, vos sabeis, de caballeros.
Mí lealtad también, la sabeis bien.
Mí dolor y mí dicha.

Su magestad, una sonrisa suya,
Calma mí hambre, y mí pena.
Miradme siempre a sus pies, 
Cuál ángel custodio.
Cuál caballero que soy.
Cuál amante ciego y apacionado.

Su dama en un juego.
Y su alfil en el campo de batalla.
Su diestra silenciosa,
La joya faltante en su corona de diamantes,
Rubíes y zafiros.

Su magestad, aquí una vez más,
Le juro mí lealtad,
Hasta que la luna se hunda para siempre en el mar,
Y el sol se apague en una eterna noche.
Por vos, y por Dios. 
Es el juramento de un caballero.
No el de una amante más.

Cada estrella en el cielo es testigo!
Larga vida al rey!
Larga vida a los campos de Austria...

Su magestad...porque lloran tus ojos?

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