La Sed

La Sed.

Ignoraba por completo,
ese extraño sentir ese extraño ardor.
-Debo estar enferma...- dije sintiendo el sudor en la palma de mis manos.
Rocé con mis dedos mi antebrazo,
y mi piel parecía el más fino papel que se quebraba.
- Debo estar muy enferma...- llevé mi mano a mi frente,
pero no la sentí cálida,
mas mi cuerpo se retorcía del calor.
-¿Qué me sucede?- interrogué, mientras el escalofrío me recorrió y un hondo suspiro me llevó a ti.

Ignoraba por completo que podía desearte
como una mujer,
que mi piel podía tener sed de tu piel.
Te anhelé desde mis dulces rincones,
cortando las flores de los santos campos,
pero no vi hasta ese momento, que eras de carne y hueso.

Con toda la intensidad de un huracán,
con la violencia de las olas del mar,
tu esencia flagela mi mente,
perdiéndome, volviéndome una criatura sedienta y vil.
¡Loca! ¡más que loca!
por ese viento que todo lo arrasa,
que desnuda las flores.
¡Dios mío, desnúdame así!

Acaba con el tormento de tenerte tácito...
Tu fantasma juega a las escondidas en mi cama
revolviendo las sábanas y asfixiándome con besos,
dejando un desorden en mi mente calma,
y en mi alma de ave.

Que se lleve Lucifer los deseos que encarnas;
arranca este dolor, arráncame con los dientes tu pasión del pecho...
y ámame, doblégame,
dale sus alas a Lilith...
que luego negaremos todo antes de que el gallo cante tres veces
y un inocente muera por nuestro pecado compartido.

Comentarios

Entradas populares