La ira de la sacerdotisa.

Pareciera que te burlas de mi,

eres conciente de que tienes todas mis ofrendas bajo tus pies,
y aun sabiendo eso te ries, altivo.
con la soberbia de saberte un dios, 
superior a mi fragil existencia.

Siendo pues una fragil primavera, 
una doncella mas de tu templo,
pura he inmaculada, cuidando su virtud, 
como si eso sirviera de algo.
como si eso me diera algun valor; alguna santidad.

Pero que se vallan al demonio tus adoraciones!
quien te has creido para voltear el rostro?
miserable mortal que se esconde entre dioses,
tienes los mismos pecados que yo,
la misma sangre en las venas.

Pero aun asi te proclamas mi señor!
sin siquiera poner una mano en mi rostro,
sin siquiera haber tomado mis cabellos.
te proclamas dueño en mis ojos,
y solo escuchan tus proclamas los sordos.

que desdichada,
he de amarte aunque pises mis rosas,
aunque destruyas las paredes del templo,
he de amarte con esa fe ciega y loca,
que tienen los tontos... y los enamorados.

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