El hastio.

Diez mil soles queman mis pies,
La música se vuelve ruido.
Y la ironía.
La ironía de sonreír y saludar,
Cuando por dentro solo quiero explotar.
Mis dientes se quiebran de la ira,
Así como mis huesos,
Cómo mí esperanza.
Estoy marcada por la pena,
La penumbra y la desgracia.
Soy el hada de las tormentas,
Que es torturada con el calor de los hombres.
Y el hastío de creer,
Que todo va a brotar, florecer...
¡Pero me marchito!
Muero en cada mañana vacía,
En cada día que transcurre en la monotonía,
En el bucle repetitivo de existir,
Y saberme efímera.
Y saberme inútil.
Me defraudó hasta a mí misma,
Y desde hace días no consigo dormir,
Defraude a todo aquel que depósito esperanza en mí...
Hasta a los mosquitos!
Ni siquiera mí sangre sirve...
Ni mis ojos, ni mis manos...
Soy una perla rota,
El cadáver de la alegría muerta,
Y ya nada me anima a subir,
La idea de abandonar el jardín me interesa...
Pero es que ni la muerte me consuela...
Te lo dicen las marcas en mis muñecas,
O las pastillas bajo mí almohada...
Que estúpida, que desagradecida...
Que desafortunada víctima de si misma.

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