El lamento de Persephone - La segunda semilla

La segunda semilla.


Quizás mí lugar siempre fue allí.
Quizás jamás fue una casualidad.
Y el trono que ocupo en tu hogar,
Ya había sido mio desde antes de los tiempos.
Mucho antes de que el frío te calara los huesos,
Y que la pena fuese una escuza,
Para ahogarla en mis brazos.

Pero es un tormento,
El nacer cuando te miro, 
Y el morir cuando cierras los ojos.
¡Vaya los misterios de los inmortales!
Aprovechados de la virtud, y de el don.

Llene de flores tu infierno azul,
Pero tu lecho, encambio, 
Es morada de adormidera y coñac.
De suspiros mudos y gotas de lluvia.

Y por más que en los ojos del agua me refleje,
Tu te adornas con menta,
Y finges que no me ves...
Y en esta ocasión, has seguido camino.

Lloro y como una semilla más,
Es tan dulce la condena...
Tan dulce...


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